miércoles, 23 de septiembre de 2009

Buscando a ... deseperadamente (Cap.I)

Así es como titulo yo esta historia que nace de dentro, así es como me apetece que se llame porque es lo que he hecho durante toda mi vida buscando a... de una manera deseperada, sin saber que ese (...) esta dentro de mi. Lo buscaba fuera a través de una sonrisa, a través de un comentario, a través de mis aficiones, mis lecturas, es decir a través de todo aquello que lo único que hacia era despistarme cada vez más y más.

Hasta que en un momento dado algo se despertó dentro de mi y llegué a encontrarme con (...), el nombre lo poneis vosotros, porqué en realidad nosotros no nos llamamos, nos llaman los demás así que de entre los múltiples nombres he decidido ponerme ese (...), será que todavía no lo he encontrado del todo, que se esconde, que cuando intento darle caza se escabulle, que me dice ven y cuando voy hecha a volar de donde estoy,... así ha sido siempre, así ha estado escrito siempre dentro de mi.

Bueno, dejémonos de filosofías de manual y empezemos a desgranar la historia de (...) que empieza una fría mañana de un sabado de noviembre de hace ya algunos añitos. Una llegada inesperada e inusitada, es decir lo que en aquel momento venida al mundo porqué debía estar aquí.

Un caracter sensible, ermitaño aunque risueño, un caracter que creaba simpatías y antipatías se fue interiorzando y reservando a medida que pasaba el tiempo. Con reproches, conversaciones en las que las críticas hacia mi persona estaban a la orden del día. Un miedo atroz a darte a conocer del todo ya que el sentimiento de caer en un sitio donde no te llaman cada vez se hacía más palpable, así que con esa carga a mis espaldas decidí no era merecedor de nada bueno en esta vida. Y esa decisión consciente e inconsciente fue la peor decisión que tomé en mi vida ya que eso fue la gran losa que me ha hecho pasar por diferentes etapas de mi vida sin darme cuenta de que estaba hundiéndome en una gran mentira en la que se convirtió mi vida.

Con ese vacío interno empecé a crecer, un vacio que no lo llenaba nadie, no lo suplía nada, escondía dentro de mi todo aquello que me daba placer, que me gustaba, que me hacía sentir a gusto conmigo mismo. Como aquellas tardes en mi habitación inventando historias de mi alter ego que hacía todo aquello que yo no me atrevía a hacer. Me inventé un personaje, un personaje que poseía todas las cualidades que yo me negaba a aceptar de mi, coraje, valentía, una sensibilidad artística muy profunda. Dentro de mi soledad me sentía acompañado, buscaba los momentos de soledad para inventar los amigos que tenía, era un gran actor, un gran cantante, es decir todo aquello que yo hubiera querido ser en este plano real lo inventaba para él. No me di cuenta hasta años más tarde que lo que hacía era darle a ese personaje todos mis anhelos, mi buenas intenciones, mientras que yo me iba convirtiendo en una máquina escondiendo emociones, sentimientos, verdades que no dejaba que saltaran a la luz. -Yo puedo!, soy fuerte!- me decía una y otra vez, hasta que te lo crees tanto que aguantas lo inaguantable, aguantas todo lo que te hechen porque piensas que es lo que te mereces, piensas que es lo que está escrito para ti.

Todo era por el hecho de querer de una manera diferente, por el hecho de sentir de una manera diferente a los demás, los prejuicios de los demás me habían convertido en un autómata sin poder llegar a decir esto me gusta y aquello no me gusta. Simplemente por mi atracción a otros chicos no me atreví a ser como era, era la vergüenza de sentirme atraído por ellos.

Mi primer gran amor ese de adolescencia se presentó de repente, sin avisar, como todos los grandes amores, con unos años más que yo, se convirtió en ese amor platónico de juventud que todos tenemos alguna vez. Ahí encontré una ilusión para poder sentirme a gusto, no le pongamos nombre, durante tres años se convirtió en un motor para poder hacer todo aquello que me gustaba, hasta que una mañana de sábado alguien entró en mi habitación y me dijo: -¿Sabes quien se ha muerto en un accidente de coche esta noche?- si era él, se murió en un accidente de coche sin poder decirle aquello que tanto quería decirle, esa mañana con casi 15 años volví a convertirme más si cabe en un autómata. Pero yo no podía decir de que se trataba, por la vergüenza que ello significaba, la persona que más quería en ese momento murió, se fue, a partir de ahí mi vida fue un algo que yo no pude controlar. La tristeza fue aún más profunda si cabe. Con las hormonas a tope un golpe así fue muy duro, algo que me ha acompañado hasta hace unos años.

Decidí más si cabe que yo no podía ser mínimamente feliz, que yo no podía mínimamente darme un ni un respiro. Me negaba todo aquello que me permitía estar a gusto conmigo mismo. Cuando era pequeño hoy que cuando piensas mucho en alguien al final esta persona muere ... así que para colmo de males y con esa creencia lo único que hice fue hecharme la culpa de aquello que había sucedido ... con todo ello.

En casa no sabían que me pasaba, cada vez me encontraba más y más callado, fui a su funeral para darle un adiós en silencio, para darle un adiós desde lo más profundo de mi corazón. Dicen que con el tiempo se curan las cosas, pero yo no hacía más que recordarle, día a día. Pero cada vez era más y más profundo el amor que sentía por él.

No todo en la vida eran disgustos, también había alguna alegría que otra, mientras tanto tenía alguna novieta, para dismular, pero en lo más profundo de mi todavía estaba, está y estará ese recuerdo que siempre me ha invadido.

Mis años de instituto fueron pasando, hasta que al poco tiempo algo que había soñado se iba haciendo realidad, pude empezar a aprender a bailar, hacer teatro,... pero eso ya se irá viendo poco a poco...


No hay comentarios:

Publicar un comentario